Tejiendo Tribu en Isla Amantaní

Por Yeison Medina Medina - Jul 14, 2021

los fundadores de Muyuy con los guardianes y los niños sonriendo en la isla de Amantani, Perú - Tejiendo Tribu en la isla de Amantani

Para sentirse que no se está en un sueño, deben pasarse varios días, en el caso personal varias vidas en la Isla Amantaní.

Entenderse, contemplarse que se está en una isla sobre los 4.000 m.s.n.m., en medio de un lago que no tiene límites a la vista, es complejo de asimilar. Más aún, cuando no se está como turista (¡en ningún lugar soy ni me siento turista!), sino como viajero, que es mi modo de ver y llevar la existencia, trabajando mano a mano con la comunidad, compartiendo el alimento y las historias, el refugio, las risas y las pensaderas con personas que nunca habías visto y después de un fiambre servido en unkuña se transforman en tu familia del Titicaca: la familia Mamani Calsín.

Llegué a la Isla Amantaní gracias a la organización Muyuy Tejiendo Tribu, fundada por las amigas brujas, en el sentido cósmico de la palabra, Ladoyska Romero, Karen García y Karin Zárate (Kantu), en alianza de cooperación con La Balanza e.V., liderada por Klaus Flad, y en compañía de Elvis Román Rodríguez, bioconstructor de Muyuy.

La idea: visitar las diez comunidades que conforman la Isla Amantaní y junto a mi compañera, la fotógrafa Sandra Ramírez Giraldo, registrar visual y audiovisualmente los encuentros entre Muyuy y las comunidades; asimismo, hacer parte del taller piloto del proyecto “Libros Con-Sientes”, el cual busca a través del juego y el arte, en sus diversas y mágicas manifestaciones, despertar y motivar el amor a la lectura y a la reconexión con la sabiduría ancestral.

Encuentro con las diez comunidades de la Isla Amantaní   

Vuelvo. Es difícil de asimilar este viaje a la Isla Amantaní. Todas y cada una de las diez comunidades (Pueblo, Incatiana, Lampayuni, Sancayuni y Alto Sancayuni; Villa Orinojón, Santa Rosa, Occosuyo, Occopampa y Colquecachi) nos recibieron con gran afecto y mayor expectativa.

Organizadas, abiertas, atentas, las comunidades, sus comuneros, líderes y lideresas, escucharon las voces de Muyuy y la búsqueda que tienen de construir, a través del tejido de diversas manos y múltiples fuerzas, diez ecobibliotecas (una por comunidad) en la isla.

Sin dudarlo, encabezadas por los tenientes gobernadores, las comunidades ofrendaron un espacio (algunas un terreno, otras una casa por refaccionar) para la construcción e implementación de las ecobibliotecas. ¿Por qué tal desprendimiento? ¿Tal confianza? El trabajo comunal y comunero, el orgullo de sus raíces aunado a la búsqueda de mantenerlas, el convencimiento de lo colectivo, de hacer tejido, son las respuestas que el diario vivir entrega en Amantaní.

Taller Piloto “Libros Con-Sientes”

Realmente, más que un taller fueron tres talleres los que llevamos a cabo en la Isla Amantaní, específicamente en la comunidad Incatiana, de la cual hace parte la familia Mamani Calsín: Don Juan y Mamá Anselma, Abel, Alexa y Juan Carlos, los guardianes de la semilla Muyuy en la isla.

En la primera jornada, Sandra y yo guiamos el taller de Fotografía y Memoria (en la mañana, niños y jóvenes; en la tarde, mujeres). Con este taller, el cual ya se ha realizado en varias comunidades y con diferentes procesos (Vereda Palmichal, Venecia, Antioquia, Colombia – Movimiento Literario Promoción de Lectura y Alfabetización / Comas, Lima, Perú – Casa Cultural Yuyay), se busca más que enseñar algo, aprender del origen humano, de las costumbres de cada lugar, de lo que nos diferencia e identifica, de las riquezas naturales.

Con los participantes entretejimos recuerdos y memorias a través de la intervención artística de fotografías familiares, del despertar los sentidos reconociendo elementos propios y ajenos (con los ojos vendados) y de la práctica fotográfica.

En la segunda jornada, con el nombre propio de Taller “Libros Con-Sientes”, dirigido por las fundadoras y los guardianes de la semilla Muyuy, los niños y jóvenes de la isla tuvieron ese primer acercamiento con el proyecto “Libros Con-Sientes”. Como lazo: el libro; la fuerza: el juego, el divertirse a través de la música, el dibujo, la danza, el poema, el fuego que habita en cada uno avivado en el círculo, en el compartir del noble silencio y la dulce palabra. Del germinar genuino que cada uno tiene por el conocimiento.

La Yapa  

Todo el viaje. La isla tiene una mística que te envuelve y revuelve. Las historias, entre míticas, cósmicas y naturales, emergen de las rocas, del lago, de entre la chilca y la muña, de las bocas y de las manos que labran la tierra, custodiadas por los Apus Pachamama y Pachatata.

El trabajo es comunitario, así como la fiesta y el carnaval. Todo tiene su ritual porque la vida misma lo es. No existe la escasez. La abundancia se presenta con los alimentos sobre la unkuña y la lliclla: habas, mote, chuño, papa, quispiño, tunta, kankas y chaco, arcilla comestible, se comparten en la pampamesa. Todos comen; no hay boca que se quede sin alimento.

Ya sea por celebrar las fiestas de La Candelaria o de la Madre Tierra, la bebida se multiplica al par de las risas, la música, el baile en círculo, en familia, en comunión con el otro.

Ir a la chacra, arar la tierra, ofrendar el sudor, dignifica, llena de orgullo, raja la piel para acariciar el alma.

En la isla el encuentro es con lo primigenio; todo te escribe: el Titicaca, la gran Luna del altiplano, el Taita Inti, los atardeceres de fuego, el picchar con la Mama Coca, las indómitas tempestades y el hilar del Cosmos, caos tejido por hilos centelleantes que caen y se desvanecen en el lago.

Todo te escribe, pero como lo poetizó la voz insondable de Walt Whitman, se deben descifrar esas escrituras.

 
 

Fotografías: Sandra Ramírez Giraldo

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